En los 40 años transcurridos desde su filmación y el postrer estreno de The Last Waltz, el cine y el rock no han dejado de mirar la obra e intentado asimilar sus enseñanzas. La fugacidad, el vigor, el encanto, la intensidad y el magnetismo emanado por sus imágenes y secuencias son al final mucho más que música. Los historiadores, la crítica y los fans, han llenado miles de páginas cubriendo hasta el más mínimo detalle de su contenido y hechura.