El personaje de Haruki Murakami –Watanabe-- recibe, con mucha jiribilla, el explosivo “regalo” de los recuerdos cuando escucha las notas de “Norwegian Wood” de los Beatles, en la magnífica novela Tokio Blues. Una jiribilla que trae consigo la carga de emociones lo mismo que de inquietudes, angustias, vacilaciones o la reinvención de los gestos cotidianos que vienen aparejados con el recuerdo –como ya constató Borges al respecto memorioso--.
La memoria de cada uno es su pasado reconstruido. ¿Qué tanta injerencia puede tener, entonces, el sonido de unas notas en un recuerdo personal? Esto sólo se puede descubrir a la manera de Proust: describiéndolo. Es lo que hizo el doliente personaje en su periplo interno.