«No hay emociones “negativas” y “positivas”. Es probable que me digas que hay unas que no se sienten bien y otras que sí, y en ese sentido quieres unas y rechazas a las otras. Entonces podríamos pensar en términos de “deseables e indeseables”, pero ¿de verdad por desear o no desearlas, desaparecen?
¿Y si las emociones supieran muchas cosas de la vida, de nosotros, de las relaciones y quisieran hablarnos? Las emociones llevan mucho tiempo en el mundo, son más viejas que nosotros y no son privativas del ser humano».