En el ínterin, su alrededor fue guarida de dudosos talleres, de hampones, raterillos y prole que los acompañaba. De entre ella destacaba una muchachita extraña que rondaba por las calles aledañas y también por el interior de la añeja y derruida construcción y quien, seguramente, se encontraba con el espíritu del poeta y sus fantasmas. Materia prima para la construcción poética del ejemplar gótico que es tal personaje, con su devenir de amores no consumados y afanes por la muerte.