Él escucha al mundo. A todo el mundo desde los comienzos de su carrera. Desde los coros femeninos de Bulgaria, el rai y el folk armenio, hasta los camelleros del Sudán. Tocó en su momento con Ali Farka Toure, y luego con Zani Diabate, todos esos guitarristas e intérpretes africanos de la kora. Puede y quiere tocar con todos los artistas que le sea posible, desde los intérpretes finlandeses hasta los de la Nueva Guinea. Intercambiar ideas: todos, lo sabe, tienen algo qué ofrecer. Por eso la música de Taj no es un eco del pasado. Para él tiene que funcionar ahora.