El Señor Coconut ha emprendido una cruzada moral por llamarla así. La suya está inspirada en una nostalgia sibilina que busca la obtención de cosas tales como la justicia social y cronológica para los géneros del hoy –techno o rock--, que bajo su punto de vista deben afincarse de manera profunda y sensible en el heráldico lema de que “todo tiempo pasado sonó mejor”.
Coconut, pues, camina hacia atrás con pasito tun-tun. Es una marcha épica, armada con laptops, marimbas y tumbadoras, que avanza con la reversa de un vehículo en cuya radio se escuchan los ecos de la High Fidelity (Alta Fidelidad) y el entrechocar de los hielos del Highball (ese coctel tan refrescante y mambosamente festivo).