Los paseos incondicionales por los vericuetos de la fusión, al igual que los contenidos ritmos cruzados de percusionistas caribeños, africanos o sudamericanos, así como las ágiles líneas extraídas por bajistas de jazz y las pulidas meditaciones del acordeón, la trompeta o el flugelhorn. son pruebas de la mejor mixtura hipermoderna de Rabih Abou-Khalil.
Todos son instrumentos variados que agregan sustancia a los temas cadenciosos, casi inasibles del músico árabe, los cuales aparecen a todo lo largo de su extensa discografía y carrera musical que se prolonga ya tres décadas, y apoyan sus solos vertiginosos. No obstante, la interacción empática de su obra no diluye la identidad propia de este artista.