Los Tratamiento de Reproducción Asistida dejan al descubierto un complejo entramado de emociones. En una primera fase las parejas infértiles deben asumir la perspectiva de una vida sin hijos. El diagnóstico de infertilidad provoca toda una oleada de emociones: desde la negación del problema hasta el desarrollo de sentimientos de culpa, rabia y/o vergüenza. Las parejas que optan por la Reproducción Asistida (sea a través de una inseminación artificial o de un proceso de fecundación in vitro), deberían saber que la tensión se elevará al máximo, pues los tratamientos suelen ser emocional y físicamente desgastantes.