Las fiestas navideñas coinciden con el solsticio de invierno. Desde tiempos inmemoriales, mucho antes del cristianismo, este periodo marcaba a un tiempo el fin y el inicio del ciclo agrícola: era época de balances y de elaboración de planes. Sin embargo en el mundo capitalista, el periodo decembrino plantea una tensión entre las exigencias del mercado y las demandas del espíritu: somos una sociedad consumista que en Navidad desarrolla expectativas a favor del bienestar interior.