Nada de Yardbirds, ni de Bluesbreakers, ni de Cream, menos de Blind Faith o el grupo de los Bramlett. Necesitaba algo nuevo, algo con lo que se atreviera a revelar los abismos en los que vivía, un grupo de músicos que se convirtieran en sus compañeros de viaje, en sus Argonautas, y se rompieran el alma hombro con hombro durante su odisea sentimental.
144. Layla: Canción de amor desesperado.
El alcohol y las drogas fueron el paliativo de Eric Clapton, el dios rockero, para sobrellevar la pena. Sin embargo, nada lo consolaba. Dicen que no dormía, que todo se le iba en puro llorar. Fue cuando la luz del blues se le encendió allá por el horizonte. Él era un bluesero, ¿no?, entonces sería con esta música con la que combatiría a sus demonios.