Luego venían por teléfono los bruscos cambios de hora y lugar que se te ocurrían, con la intención de que nos encontráramos telepáticamente, fracasando la mayoría de las veces en ese laberinto de calles. A pesar de todo nos gustaba desafiar el peligro del desencuentro, pasar el día solos, enfurruñados en un café.
177. Ave del paraíso (Tributo a Julio Cortázar).
Cortázar fue un excelente guía que nos llevó con su aliento fantástico por el Metro parisino a las crepas de l\'Odéon, al restaurante universitario de Parc Montsouris, a los bares de la rue des Lombards, a los hoteles alrededor de Abbesses, a los cafés del Pont des Arts donde vimos nevar como niños encantados, tras nuestro primer encuentro. Sentados en un café reconstruíamos minuciosamente los itinerarios.