No importaba cómo lo hiciera, pero cuando tocaba se sumergía en un mundo que le decía algo y él con su instrumento le daba voz a ese algo para que tuviera sentido. Y ello, además, con una obligación extra: imprimirle un valor estético, volverlo un sujeto u objeto de belleza. Era un artista.
272. B.B. King: La caricia de las cuerdas
B. B. King había aprendido a tocar en la guitarra casi todo lo que escuchaba a base de intuición y experiencia, lo cual se podía aplicar por igual a los sonidos escuchados Bukka White, que a Elmore James, Sonny Boy Williamson, Lonnie Johnson o Albert King, sus influencias principales; y a los que sólo existían en su mente, ese misterioso lugar que le habría de proporcionar su propio espacio (donde el sonido del Delta se infiltraba en la urbe).