Todo comenzó como un sexteto, pero la rapidez del tiempo y la diversidad lo dejaron en quinteto. Así es ahora Foals, un proyecto alternativo –como la época misma— que triunfó por la síntesis de quienes vinieron a conformarlo: The Edmund Fitzgerald, Youthmovie Soundtrack Strategies y Face Meets Grill. Miembros procedentes de estos tres grupos se integraron para conformar uno solo que les despejara la cabeza de cosas musicales más serias.
Foals surgió de la necesidad de airearse del math rock del cantante Andrew Mears. A él se unieron los otros en dicha necesidad. Pero la agrupación comenzó a grabar una serie de demos y a ser llamada para ambientar las house parties universitarias y los nu-raves.
El exceso de trabajo entre uno y otro proyectos le impidió al vocalista seguir con la banda y se regresó a terminar la producción de su grupo primario, Youthmovies…
La salida de Mears provocó que Yannis Philippakis, uno de los guitarristas, se quedara como voz principal y con la directriz del nuevo rumbo. Fue con él con quien Foals grabó su primer sencillo promocional, el exitosísimo “Hummer”, un corte que redifiniría el sonido de la banda hacia una mezcla más bailable.
El disco con el que marcaron su aparición no contiene ni ésta ni su segundo sencillo “Mathletics” ya que querían que la aprobación pública no dependiera de dichas piezas anteriores
Como estrategia publicitaria y de manera adicional a su debut discográfico se hizo una edición especial que contiene uun bonus CD extra con versiones en vivo, y ese par de canciones que fueron omitidas de manera “misteriosa” del álbum de estudio y que ya habían salido como sencillos previamente: “Hummer” y “Mathletics”, ambas evidencian el origen más bailable de esta grupación.
El math rock, un subgénero cuyo estilo se caracteriza por la complejidad de sus ritmos y la experimentación y rareza de las estructuras, espacios y tempos (y cuyo nombre se debe a que los músicos utilizan las matemáticas para encontrar la creatividad del momento de escribir), era la sustancia de las bandas originales de la mayoría de los ahora integrantes de Foals, pero ese es tan sólo uno de los ingredientes con los que el grupo dotó su rico y bailable material.
Con el tiempo “Hummer” comenzó a crecer en popularidad y en consecuencia también la banda, la cual logró espacios en los festivales alternativos de ambos lados del Atlántico.
Y para cerrar con broche de oro el año de su formación (2007) tocaron en el Late Studio de Jools Holland, un popular programa de la televisión británica, donde expusieron su nuevo estilo ante una audiencia masiva.
Foals se fundó en Oxford, Inglaterra, donde se ubica las universidad de las que son egresados los miembros del grupo, la otra fuente es la Universidad de Hull.
En el 2008 debutaron en la escena musical con el álbum Antidotes, una propuesta fresca y danzarina que les ganó los titulares y portadas de las revistas especializadas. Su dance-punk se ornamenta con tintes oscuros de techno, pero con un toque movido al que agregan una complejidad casi experimental.
La mixtura de Foals contiene una pizca generosa de indie guitarrero, un pincelada de techno, una buena ración de math, algo de ska y salpimentado con afrobeat.
Todo ello compone una base perfecta de poder, a cuya receta no le faltan las guitarras limpias y potentes, ritmos rockeros, baterías contundentes y sobre todo mucha diversión. Una música que cada vez que se le escucha tiene mejor pinta.
El resultado de sus combinaciones musicales fue un disco que dio nueva vida a un subgénero que en cada oportunidad sigue sorprendiendo por sus metamorfosis hacia lo vanguardista y original.
Con un debut espectacular en todos los sentidos, la música de Foals es una muestra inequívoca del enorme potencial de estos ingleses eclécticos, cuyo mínimo común denominador es muy alto y goza del ejemplo de canciones magistrales como “Like Swimming”.
Las influencias del grupo provienen, además del math (encabezado por Sweep the Leg Johnny) y el afrobeat, del trabajo de bandas techno como Monolake y del pop comercial.
Asimismo, han dicho que para todos ellos el compositor minimalista Steve Reich es “el mejor músico de todos los tiempos”. Además sienten que tienen afinidades con grandes grupos como Radiohead.
Foals ha ido más allá en sus afanes musicales y de diversión no únicamente estética sino también en concreto. Es magnífico escuchar guitarras y baterías rítmicas y sentir que las piernas comienzan a moverse con rapidez, hechizadas por el beat imparable de una melodía que se convierte en un sonido que invita a bailar. El ejemplo del tema “Cassius” es contundente. Este segundo sencillo del disco es vibrante, con trombones sonando al unísono con los riffs pesados de guitarra.
Pero si la música busca la diversión física, el bagaje universitario del grupo, cuyos líder manifiesto es Yannis, se expresa a través de letras nebulosas y una lírica a menudo de lo más denso y abstracto. No en vano el mencionado cantante y compositor estudió en la Universidad de Oxford la carrera de Lengua y Literatura Inglesas. El nivel cultural no puede negarse y eso riega su material para enriquecerlo.
La exposición ante los discos de Foals o alguna de sus piezas pone en primer plano la atmósfera que van creando progresivamente, una que es tan envolvente que deja encuerados proyectos similares de otras latitudes.
Incluso habiendo renunciado el grupo a incluir en su álbum debut algunos de sus temas más conocidos, el grueso del material ha resultado firme y sólido, amparado en la elaborada desestructura de las canciones, el sonido acuoso de las guitarras y la fuerza de las baterías y los coros. Foals es una magnífica propuesta del siglo XXI.