664. US Rails: La cotidiana gesta evangélica
US Rails son historia y guardia pretoriana al servicio de un santo grial sonoro: el rock de raíces u americana. Su existencia se lee como novela negra y se ve como una road movie.
US Rails son historia y guardia pretoriana al servicio de un santo grial sonoro: el rock de raíces u americana. Su existencia se lee como novela negra y se ve como una road movie.
"El Teatro de la Crueldad ha sido creado para devolverle al teatro la noción de una vida apasionada y convulsiva...". La única forma de lograr esto, según Antonin Artaud (1896-1948), era viajar a un país donde hubiera que sumergirse para recoger los vestigios movientes, los mitos, y aspirar directamente su fuerza: ese país era México.
En la Inglaterra contemporánea crecen manifiestos sociales y artísticos agudos, danzarines y agridulces como el de grupo Cornershop cuya proclama es una fusión de música india, brit pop, rock alternativo y dance electrónico.
US Rails son historia y guardia pretoriana al servicio de un santo grial sonoro: el rock de raíces u americana. Su existencia se lee como novela negra y se ve como una road movie.
A lo largo de toda la obra, The Jethro Tull Christmas Album, destaca el uso de un lenguaje muy variado, donde la construcción de las frases se acerca a la narrativa inglesa con sencillos versos de rock (como siempre, también, el cantante hace hincapié en la ironía de las diversas situaciones).
El rock posee, por supuesto, su material clásico, y éste en primera instancia no es lo incomprensible, sino lo misterioso disfrutable. Es aquello con lo que se puede deleitar (individual o colectivamente) toda la vida; lo que continúa conmoviendo y sorprendiendo; es aquello que es imposible hacer mejor (en su momento y circunstancia).
John Mayall, en este álbum, hizo gala de orquestación e inspirado liderazgo: hubo piano, órgano y armónica (bajo su brillante peculio), solos de batería (Hugie Flint), bajos presentes y ampulosos (John McVie), un uso discreto, justo y preciso de los metales; puso en relieve la guitarra de Clapton y lo instó a cantar por primera vez en “Ramblin’ On My Mind”.
Patti celebró sus 75 años en París, una ciudad totémica para ella, donde colaboró en una gran instalación visual y sonora para el Centro George Pompidou, inspirada en la obra de los poetas franceses Arthur Rimbaud, Antonin Artaud y René Daumal.
A través de su historia, en el conglomerado de prácticas sonoras que se hace llamar rock y que forman parte de un enorme pastel cultural (en el que se inscriben muchas prácticas artísticas), existe una música que no encuentra acomodo más que en los intersticios entre géneros (jazz, world beat, electrónica, etcétera).
Entre el material fílmico-musical sobresaliente acerca de la relación de los indígenas estadounidenses (nativoamericanos) y la cultura de aquel país, existen dos ejemplos de los cuales vale la pena hablar. Se trata de dos documentales sobre la influencia de la música autóctona en la Tierra del Tío Sam, tanto en la popular como en el rock, entre el racismo, la ignorancia y las ideologías retrógradas.
Se vestía como hombre, bebía grandes cantidades de alcohol y los textos de sus canciones eran de contenido sexual explícito. De entre todo ello brillaron dos gemas que le dieron presencia, pero no suerte.
El jazz como fondo musical de los años locos (los veinte del siglo XX). Esta es la imaginería musical que ha acompañado la lectura de los textos de Scott Fitzgerald, desde entonces, pero en esta época de fragmentación y recomposición entre pasado y presente, dicha sonoridad se ha transformado con nuevas maneras de escucharla.
Sus gestos apasionados no expresan más que fuerza. Si la personalidad artística setentera de Patti Smith destacaba por su furia bruta, en los de las décadas del siglo XXI que van, sus presentaciones son igualmente poderosas con sus serenas reflexiones sobre las cosas que nos afectan.
Popol Vuh, grupo alemán puntal del krautrock, influyó en muchas otras bandas con su instrumentación excepcionalmente suave pero elaborada, que se inspiró en la música del Tíbet, la India, África y la América precolombina.
Al igual que con Robert Johnson, de quien partió la leyenda respectiva sobre el diabólico “cruce de caminos”, de súbito apareció otra al finalizar los años cuarenta.