Pero su figura ha cobrado fuerza con el paso del tiempo. Fue la quintaesencia de un grupo que, más que una historia, se ha significado en un concepto. Uno que a cada cambio de canción se desdobla en uno semejante, con su propia traducción y transposición. Temas de dos minutos y de reiteraciones que se han resuelto en una confirmación del texto, del lenguaje como camino: I wanna...esto, I wanna...eso, I wanna...aquello. La voz del Ramone totémico resumía así todos los puntos esenciales de la existencia.